Gracias a su belleza natural y a su estratégica situación geográfica, esta
pequeña villa de la costa asturiana es uno de los principales destinos
turísticos del Norte de España.
La población se extiende sobre una plataforma ganada a las aguas de la ría
a lo largo de los últimos siglos, y la relativa modernidad de sus cimientos
le ha permitido tener un trazado de calles amplio y ordenado, acorde con las
normas urbanísticas de Carlos III, bajo cuyo reinado, se acometió el ensanche
de la villa y puerto. Aunque el casco de la villa es interesante por si
mismo, el mayor atractivo de Ribadesella es su espectacular entorno
geográfico, único en toda la Cornisa Cantábrica. El conjunto de montañas,
playa y río que configuran a este lugar es tan hermoso que se resiste a
ser encerrado en unas frases.
El centro de este escenario natural es el río Sella, que aquí se
convierte en ría y mezcla sus dulces aguas con las corrientes saladas del
Cantábrico. A un lado y a otro de la ría se hallan los dos núcleos urbanos :
a la vera del puerto y de la ría está la villa vieja, con sus casonas, el tren,
la iglesia, y el mercado. Al otro lado se extiende junto a la playa la
zona residencial, nacida y crecida a lo largo del siglo XX. Y une ambos
sectores un largo puente, que prolonga los paseos marítimos y sirve además
de línea de meta para el Descenso Internacional del Sella.
El río, lento y ancho frente a la villa, se adelgaza de súbito y se vierte
al mar unos metros más allá, encajonado entre la Punta del Arenal y el
Paseo de la Grúa. Y ya libre y salado recibe el beso de la playa de Santa
Marina, que en los siglos anteriores fué territorio de dunas, varadero de
lanchas y solar de industrias balleneras. Dos montes vigías flanquean la
concha de esta playa : hacia poniente se alza Somos, con el faro en su
cima, y en el otro extremo,, junto a la villa, está el monte Corvero,
antiguamente frecuentado por los "cuervos de mar", los cormoranes. Desde
hace casi cinco siglos corona este cerro la ermita de Guía, antaño
artillada para la defensa del puerto y hoy convertida en pacífico e
imprescindible mirador.
El viajero debe subir a Guía para comprobar que estas palabras no son
pura retórica, sino un pálido reflejo de una grandiosa creación de la
Naturaleza. Con sólo pasear la mirada se puede abarcar todo el horizonte
marino, la playa, el estuario, la desembocadura del Sella, el puerto, la
villa, las suaves praderías de los alrededores y los formidables acantilados
del Corvero, ese farallón que detiene los ímpetus del Cantábrico y protege
a la villa de su bravura. Como telón de fondo de este panorama se levantan
por el Sur los montes de Santianes, que cierran con poderoso abrazo el valle
riosellano, acunan el sueño de la villa junto al río y separan a este
territorio del resto del mundo.
Más no se acaba el mundo en Santianes. Por encima de sus montañas se asoma
más allá una cumbre de los Picos de Europa, que parece avisar que las
bellezas se extienden por toda la comarca. Decíamos que, además de su propio
atractivo, Ribadesella tenía a su favor su privilegiada situación
geográfica, su proximidad a los lugares más interesantes de la naturaleza
asturiana.
Desde esta villa se puede acceder en poco tiempo a los puertos de Llanes,
Lastres, Tazones o Gijón, a Oviedo, a Santillana del Mar o a Fuente Dé.
Y también se llega en un abrir y cerrar de ojos a Covadonga y al Parque
Nacional de los Picos de Europa, o a los Lagos y a la Ruta del Cares. Por
esta gran proximidad Ribadesella ostenta con propiedad el título de
"Playa de los Picos de Europa".
La cercanía a los parajes más hermosos de Asturias, añadida a la propia
belleza de Ribadesella, justifica plenamente la elección de esta villa
como destino del viajero y como punto de partida para inolvidables
excursiones hacia los cuatro puntos cardinales. Sea usted bienvenido a
Ribadesella, el corazón del Paraíso Natural de Asturias.

Fuente : Folleto del Ayuntamiento de Ribadesella (Fomento de Turismo)
|